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LA PUERTA.Texto Elias Pesaj (eli.pessaj@gmail.com)

cuento de Yojá que les adjunto más abajo, para los que no lo han leído, forma parte de la rica tradición sefaradí.
Es decir, la tradición de los judíos que luego de habitar por más de mil años la península Ibérica, a quien ellos denominaban Sefarad, fueron finalmente expulsados en 1492 por el edicto de expulsión dictado por la reina Isabel La Católica.
Al salir de España se llevaron consigo el "Ladino", la lengua vernácula romance con la que también se compusieron los versos del Mío Cid.
La mayoría de los expulsados emigró a Turquía, en ese momento el mayor adversario de España, donde fueron recibidos por el Sultán con mucho agrado y aprecio, y allí conservaron por más de 400 años esta lengua y las tradiciones que habían desarrollado en Sefarad.

Yojá dicen los sufis turcos, fue tomado prestado de la figura de Nasrudín, aunque hay otras versiones que afirman que Nasrudín fue creado por los derviches inspirándose en la figura de Yojá, cuyos relatos se contaban de padres a hijos en forma oral y en Ladino por los judíos sefardíes.
Lo cierto es que estos cuentos están maravillosamente diseñados con mucho humor y al mismo tiempo plenos de enseñanza.
Se utilizan entre otras cosas, para desestructurar la mente de los hábitos y automatismos adquiridos en el vivir cotidiano.
Las situaciones a veces absurdas, simbolizan estados o funcionamientos de la mente o del alma que no se pueden explicar en lenguaje convencional.
Se necesitarían complicados y extensos tratados para transmitir el conocimiento que se encuentra encerrado en un aparente simple, pero muy funcional cuento.
Y por su misma forma inofensiva, es que puede atravesar sin obstáculos las defensas de la mente racional y especulativa y tocar, por así decir, las áreas del Ser que necesitan ser despertadas.

Los sufis turcos dicen que los cuentos son portadores de "Baraka", ("Berajá" en hebreo), traducido literalmente como bendición. ¿Pero de qué clase de bendición estamos hablando?
Para los creyentes seria la bendición de Dios, la Gracia que se derrama sobre los que se unen con El, mientras que para los no creyentes los cuentos abrirían un canal por donde la energía primordial consigue fluir sin obstáculos hacia el que lee el cuento y así beneficiarse al recibirla.

Cada persona recibe un impacto diferente al estar en contacto con esta clase de materiales y lo que cada uno percibe, es solo de su propiedad.
Algunos reciben el impacto inmediatamente, otros demoran en que esto les suceda y muchos ni siquiera se percatan.
Es solo cuestión de tiempo para que este alimento sutil, sedimentado como una semilla en el área del Ser necesitada, produzca sus frutos y se manifieste externamente a veces como un pequeño cambio en la actitud de la persona.
De aquí entonces la recomendación de no interpretar los cuentos o analizarlos, porque no pasan exclusivamente por el intelecto ordinario y de acuerdo a la situación del individuo en un momento, en un tiempo y con unas gentes determinadas, puede producir múltiples efectos y en distintos niveles del Ser.

A continuación, y solo como demostración de lo que expongo, voy a entregarles por esta vez, una de las múltiples interpretaciones del cuento que dio origen a esta reflexión.

¿De qué puerta estamos hablando y que tanto preocupa a la mujer de Yojá? Esta puerta es el acceso a la casa, podríamos suponer que es el acceso al mundo interior del individuo. La mujer de Yojá puede simbolizar esa parte del Ser que busca proteger el mundo interior de la intromisión de agentes no deseados, ideas perniciosas, sentimientos negativos y destructivos, sensaciones desagradables, de pérdida quizás, etc.
La puerta es entonces un medio, y una protección que se debe atravesar necesariamente para penetrar en nuestro mundo interior, por lo tanto hay que tener la llave y saber abrirla.

Sin embargo Yojá está más preocupado por la puerta, que por lo que hay a través de ella. Lo que debería ser un medio, para Yojá se transforma en un fin.
De esta manera actúan muchas personas, preocupándose más por el medio estancándose en este punto, en lugar de utilizarlo como lo que es: un umbral para ser atravesado.
Quizás actúen así por miedo a internarse en un territorio desconocido, lo cual tiene su validez. Pero Yojá cargando la puerta sobre sí, simboliza el extremo de obsesionarse con este objeto en su confusión y desconocimiento de que es lo más importante.
En el mundo cotidiano suele ocurrir esto, por ejemplo en algunas religiones, doctrinas, filosofías, etc., que poniendo mas el énfasis en los rituales, en las fórmulas repetitivas, en los axiomas supuestamente infalibles, se apegan al gusto por lo emocional y pierden de vista su objetivo primordial que es: ser un medio para el desarrollo y crecimiento del Ser del individuo.

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LA PUERTA

Yojá y su mujer habían sido invitados a la casa de unos amigos.Estaban preparándose para salir cuando su mujer le dijo:-Yojá, mira bien la puerta, no sea cosa que nos entren ladrones a la casa y saqueen todos nuestros bienes.-Quédate tranquila mujer, seré cuidadoso con la puerta, dijo YojáEstaban ya saliendo y su mujer nuevamente le advirtió:-Yojá, asegura bien la puerta, no sea que entren ladrones y nos desvalijen.-Mujer, no te preocupes, miraré bien la puerta.No habían caminado dos pasos, cuando su mujer visiblemente preocupada volvió a advertirle:-Yojá, ¿Puedes volver por favor para fijarte en la puerta?. -Esta bien mujer, asintió Yojá rechinando los dientes.Ya habían andado casi la mitad del camino que los llevaba a la casa de los amigos, cuando su mujer angustiada e histérica, le gritó:-¡Yojá querido, por favor la puerta, ve corriendo a verla!Yoja fastidiado, salió corriendo a satisfacer el pedido de su esposa.No habían pasado unos minutos, cuando su mujer ve que viene todo encorvado cargando en su espalda...¡la puerta!-¡Yojá, que has hecho! exclamó su mujer.-Tranquila mujer, ahora sí que no la perderemos de vista.

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