Cuando tenemos esta experiencia mística de ver la naturaleza amorosa del universo, vemos que lo que aportaría paz al mundo no es la política. Vemos que no hay modo de aportar auténtica armonía al mundo excepto viendo la armonía que ya hay en él. Vemos que la armonía externa debe ser una expresión de la armonía interna; si no es así, nunca se manifestará puesto que nuestra visión del mundo seguirá siendo una proyección de las ilusiones internas de separación y conflicto. Fundamentalmente, todo el mundo tiene esta proyección y se encuentra incómodo con ella, intentando cambiarla o mejorarla, luchando con ella dentro de su mente, haciendo pequeños cambios aquí y allá, pero básicamente sin resolverla. Si reconocemos realmente la naturaleza interior de la realidad -que es amorosa, que es gozosa, que es abundante- viviremos a partir de este reconocimiento y actuaremos de modo que podamos llevar a los demás a dicho reconocimiento. Esta es la causa de que los maestros espirituales no suel
conversações liberadoras